Aún recuerdo las vibrantes tardes que, cuando era niño, me proporcionaba el ciclismo. Añoro esos momentos de soledad, en los que -tras ver la etapa del Tour- cogía mi bicicleta y recorría buena parte de las carreteras que rodean mi urbanización. No podía presumir de tener muchos amigos y, durante el verano, era la bici quien me alejaba del tedio y me proporcionaba, podríamos decir, la diversión.
Todas las tardes llegaba muerto a casa. Aún así, solía repasar los kilómetros recorridos y planificaba la etapa del día siguiente.
En aquellos años yo tenía un ídolo. Se llamaba Miguel Indurain. Recuerdo, como si fuera ayer, aquellos duelos épicos que el navarro mantenía con Rominguer y en los que “Miguelon” solía salir siempre victorioso. Verlo encima de la bicicleta era especial. Durante cinco años, Indurain hizo que España entera se volcara con el ciclismo y que, muchos jóvenes como yo, comenzáramos a amar y a practicar su deporte.
Lamentablemente todos crecimos e Indurain se retiró, dejando atrás un palmarés envidiable. Su sucesor, el también admirable Amstrong, ya no era español y muchos perdimos el interés. Sin embargo, puntual a su cita de las tardes de julio, el Tour de Francia seguía teniendo preferencia en mi televisor.
Hace tiempo que abandoné la práctica del ciclismo, más por falta de dinero que de interés. Sin embargo, lo que para mi ha muerto definitivamente es el Tour de Francia.
La edición de este año va a pasar a formar parte de la página negra de la historia del ciclismo. Dos casos de dopaje confirmados y uno posible, el del hasta ayer lider Rassmusen, y sobre todo dudas, muchas dudas. Ya no siento confianza en los ciclistas profesionales. No siento que merezca la pena tener un ídolo dentro del pelotón. No siento el espíritu de Indurain por ninguna parte. Sin embargo, a mi juicio, la culpa no es de los ciclistas sino del Tour y de la UCI. Tras casi 2400 kilómetros recorridos, subir los puertos de ayer y no ir dopado es tan utópico como ligar sin beber un sábado por la noche. Los ciclistas lo saben pero, ¿a caso pueden hacer algo que no sea recurrir a lo ilegal? La herida que el Tour 2007 abre será difícil de cicatrizar. Mismamente, el COI, tras los acontecimientos que han venido sucediéndose, está sopesando la posibilidad de excluir al ciclismo como modalidad olímpica. ¿Qué será lo siguiente?
Yo, por mi parte, seguiré soñando con adquirir una bicicleta de las buenas aunque, quizás, en las tardes de julio, el Tour dejará de tener prioridad absoluta en mi televisor.
Todas las tardes llegaba muerto a casa. Aún así, solía repasar los kilómetros recorridos y planificaba la etapa del día siguiente.
En aquellos años yo tenía un ídolo. Se llamaba Miguel Indurain. Recuerdo, como si fuera ayer, aquellos duelos épicos que el navarro mantenía con Rominguer y en los que “Miguelon” solía salir siempre victorioso. Verlo encima de la bicicleta era especial. Durante cinco años, Indurain hizo que España entera se volcara con el ciclismo y que, muchos jóvenes como yo, comenzáramos a amar y a practicar su deporte.
Lamentablemente todos crecimos e Indurain se retiró, dejando atrás un palmarés envidiable. Su sucesor, el también admirable Amstrong, ya no era español y muchos perdimos el interés. Sin embargo, puntual a su cita de las tardes de julio, el Tour de Francia seguía teniendo preferencia en mi televisor.
Hace tiempo que abandoné la práctica del ciclismo, más por falta de dinero que de interés. Sin embargo, lo que para mi ha muerto definitivamente es el Tour de Francia.
La edición de este año va a pasar a formar parte de la página negra de la historia del ciclismo. Dos casos de dopaje confirmados y uno posible, el del hasta ayer lider Rassmusen, y sobre todo dudas, muchas dudas. Ya no siento confianza en los ciclistas profesionales. No siento que merezca la pena tener un ídolo dentro del pelotón. No siento el espíritu de Indurain por ninguna parte. Sin embargo, a mi juicio, la culpa no es de los ciclistas sino del Tour y de la UCI. Tras casi 2400 kilómetros recorridos, subir los puertos de ayer y no ir dopado es tan utópico como ligar sin beber un sábado por la noche. Los ciclistas lo saben pero, ¿a caso pueden hacer algo que no sea recurrir a lo ilegal? La herida que el Tour 2007 abre será difícil de cicatrizar. Mismamente, el COI, tras los acontecimientos que han venido sucediéndose, está sopesando la posibilidad de excluir al ciclismo como modalidad olímpica. ¿Qué será lo siguiente?
Yo, por mi parte, seguiré soñando con adquirir una bicicleta de las buenas aunque, quizás, en las tardes de julio, el Tour dejará de tener prioridad absoluta en mi televisor.