lunes, 24 de noviembre de 2008

Opi (II)

Los primeros movimientos fueron pausados y bruscos, lo que provocó una risa desaforada entre la mayoría de los presentes. Finalmente, la tensión volvió a presidir la velada. Opi parecía renquear, y se movía como auspiciada por una colosal embriaguez. Era importante que el dispositivo lograra activar el comando apropiado antes del primer minuto ya que, de otra forma, sería complejo reinstaurar las órdenes establecidas de antemano. Sin embargo, aquel minuto se nos hizo eterno. Y más cuando, justo cuando faltaban cuatro segundos para que éste llegara a su fin, Opi decidió emprender su rumbo hacia el “nuevo mundo”. La jauría estalló extasiada: lo logramos, claro que lo logramos…
Los dos comandos restantes asignados a Oportunity eran claros: por un lado, explorar la zona predeterminada como “área de disponibilidad probable”. Por el otro, confirmar la presencia del líquido elemento y calcular, con un margen de error posible del 34%, la cantidad estimada del mismo en dicha área, así como las probabilidades matemáticas de encontrar otro desnivel orográfico con semejantes propiedades en las proximidades de la misma.
Cuando salí a fumar mi tercer cigarrillo de la noche, Oportunity iniciaba el segundo de los comandos a ella asignados. El estrés me reconcomía por dentro. Mirando al cielo rojizo, una ráfaga de viento amarillento me trasladó a mi infancia. Harto felices éramos entonces -pensé-. Ni guerras, ni enfermedades, ni violencia, ¿qué nos hizo perder la dirección sobre nuestros propios actos? ¿La perdida de fe? Eso no era sino el recurso utilizado por los necios. ¿A caso no perdimos la mayor fe con la que contábamos antes de los primeros desbarajustes políticos y económicos? ¿A caso no fue sino la razón lo que se evaporó de nuestra esencia sin a penas resistencia? Malditas banalidades…
Entre pensamientos absurdos y disquisiciones poco acertadas, consumí el filtro de aquel apestoso cigarro negro. Mientras caminaba de nuevo hacia el interior, procedí a inhalar aire con el que depurar el tóxico reubicado en mis pulmones. Siquiera respirar era sencillo en estas condiciones. A penas pude absorber algo de vida en aquella hazaña, sin embargo, tan rutinaria. La contaminación había acabado con todo. Incluso, con la posibilidad de seguir retroalimentando su extraña fuerza devastadora. Oportunity era nuestra única esperanza…

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