Fue entonces, en el momento cumbre de la batalla, cuando el capitán del navio se desplomó.
El resto de la tripulación, apenas tuvo unos instantes para llorar la pérdida, irreparable eso sí. No en vano, la batalla seguía, la vida seguía y luchar continuaba siendo necesario, siempre es necesario luchar para alcanzar los sueños.
Aquellos seres tan dispares tenían una cosa en común: todos admiraban al gran capitán, sin duda el mejor pintor de batallas que jamás proporcionó el mar. Su hoja de servicios era impecable, lo había sido siempre, pero lo que mejor le definía era su capacidad para trasmitir sabiduría, su impecable forma para actuar como rector de todos, su humanismo y su tremenda inteligencia. El navio había perdido a su capitán, pero la batalla -como decimos- tenía que seguir adelante.
Por suerte para todos, el capitán legó a sus colaboradores la capacidad para seguir guerreando como a él le hubiera gustado…él os quiere ver a todos luchando.
A buen seguro, desde aquel lugar donde todo lo ven aquellas almas buenas, nuestro capitán seguirá guerreando, partiendose el alma por cuidar de los suyos, por mantener viva la llama de la memoría, de la historia, de los misterios del mundo, del mar, de su mar…de nuestro mar.
Mi capitán, el capitán de toda la comunidad rosaventera, el abanderado de nuestras luchas se llamaba Juan Antonio Cebrían y murió el pasado veinte de octubre.
Le recordaremos siempre y su mito, el mito de la obra que nos ha legado a todos, nunca morirá.
Nos veremos, a buen seguro, al otro lado del río…
Mientras tanto, haz lo que siempre quisiste hacer. Entrevístalos a todos: a Napoleón, a Barba Azul y, por supuesto, no te olvides de él, de tú querido y admirado Alejandro Magno.
El resto de la tripulación, apenas tuvo unos instantes para llorar la pérdida, irreparable eso sí. No en vano, la batalla seguía, la vida seguía y luchar continuaba siendo necesario, siempre es necesario luchar para alcanzar los sueños.
Aquellos seres tan dispares tenían una cosa en común: todos admiraban al gran capitán, sin duda el mejor pintor de batallas que jamás proporcionó el mar. Su hoja de servicios era impecable, lo había sido siempre, pero lo que mejor le definía era su capacidad para trasmitir sabiduría, su impecable forma para actuar como rector de todos, su humanismo y su tremenda inteligencia. El navio había perdido a su capitán, pero la batalla -como decimos- tenía que seguir adelante.
Por suerte para todos, el capitán legó a sus colaboradores la capacidad para seguir guerreando como a él le hubiera gustado…él os quiere ver a todos luchando.
A buen seguro, desde aquel lugar donde todo lo ven aquellas almas buenas, nuestro capitán seguirá guerreando, partiendose el alma por cuidar de los suyos, por mantener viva la llama de la memoría, de la historia, de los misterios del mundo, del mar, de su mar…de nuestro mar.
Mi capitán, el capitán de toda la comunidad rosaventera, el abanderado de nuestras luchas se llamaba Juan Antonio Cebrían y murió el pasado veinte de octubre.
Le recordaremos siempre y su mito, el mito de la obra que nos ha legado a todos, nunca morirá.
Nos veremos, a buen seguro, al otro lado del río…
Mientras tanto, haz lo que siempre quisiste hacer. Entrevístalos a todos: a Napoleón, a Barba Azul y, por supuesto, no te olvides de él, de tú querido y admirado Alejandro Magno.
"Cada día mueren cientos de genios de forma anónima", afirmaste. En tu caso, nunca te podremos olvidar.
Fuerza y honor Juan Antonio…
Hasta pronto, capitán.
Fuerza y honor Juan Antonio…
Hasta pronto, capitán.
1 comentario:
Yo era nueva en el barco, un pequeño grumetín, y me duele la pérdida como si llevara en esto desde el principio. Ya te lo he dicho, siempre se van los mejores, cada día lo tengo más claro.
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